¿Todo el mundo puede emprender? ¿Qué condiciones son necesarias para que una persona monte un negocio? ¿Quién no tiene esa opción encima de la mesa y se queda fuera? ¿Qué se puede hacer para que quienes no pueden, terminen haciéndolo si es lo que desean? 

Desde el equipo de Juntas Emprendemos nos preguntamos si aquello de “querer es poder” se aplica en el emprendimiento. Es decir, ¿cualquier persona que quiera, puede poner en marcha un negocio? La respuesta la buscamos de la mano de Labcoop, una cooperativa catalana, socia del Grup Cooperatiu Ecos, que, entre sus servicios y proyectos, cuenta con una línea dedicada a la puesta en marcha y acompañamiento de nuevas cooperativas que den solución a grandes retos sociales. En concreto, la línea de trabajo la enmarcan en lo que han denominado “Laboratorio” y en ella se pueden contar ya varias cooperativas creadas como Alencop, Diverscoop, Diomcoop, Ca l’abril… 

¿Qué une a todas estas entidades?

Que las personas socias que las conforman no cumplen con el canon normativo de “emprendedor”: clase media, hombre, blanco, con estudios universitarios… Si no que son personas vulnerables o en riesgo de exclusión. Personas sin una situación regularizada, vendedoras ambulantes no autorizadas, trabajadoras/es del sector cuidados en la economía sumergida, personas con diversidad funcional… ¿Existe para ellas una opción de vida en el emprendimiento? Según José Andrés Soberbio, técnico de emprendimiento de Labcoop, sí: “Si  existen los recursos necesarios que les ayuden a dar el salto, con el acompañamiento profesional necesario y con la predisposición y la voluntad propia de llevarlo a cabo, es posible”. 

Pero en la mayoría de los casos, esos recursos necesarios provienen de las administraciones públicas, que no siempre están dispuestas a otorgarlos.  

Alencop, una experiencia de la que aprender

Alencop se gestó como una cooperativa dedicada a la recogida puerta puerta, en bicicleta, de residuos férricos y RAEES (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos), así como a la reparación y venta de los mismos.  Impulsada por personas inmigrantes subsaharianas en situación irregular, que se dedicaban a la chatarrería y que habían sido desalojadas de una nave de Barcelona donde vivían, sin ninguna otra alternativa. Es a través de este proyecto que se les da un alojamiento y pensión para que puedan comenzar el emprendimiento. 

 Todos los grupos políticos de la ciudad estuvieron de acuerdo en apoyar esta experiencia piloto que fue acompañada por Labcoop y que sentó las bases de un nuevo concepto de emprendimiento, al menos, en la teoría: una salida laboral para personas en riesgo de exclusión, a la vez que contribuyen a satisfacer una necesidad de la ciudad. Y todo ello desde el punto de vista colectivo, cooperativo y autogestionado. 

A diferencia de lo que ocurre con las empresas de inserción, donde las personas vulnerables son contratadas, en este modelo, las personas trabajadoras son socias y dueñas de su propia empresa.

Diomcoop: el ejemplo de que es posible

Tras la experiencia piloto de Alencop, que se desarrolló desde 2014 hasta 2020, se pusieron en marcha otras que sí han tenido y siguen teniendo un recorrido en la actualidad. Es el caso, por ejemplo, de Diomcoop. Se trata de una cooperativa formada por personas que se dedicaban a la venta ambulante no autorizada y que, gracias a la diversificación de servicios, mantienen la entidad con alrededor de 15 personas: ofrecen servicios de logística como mudanzas o montaje y desmontaje de estructuras; limpieza; catering; moda y costura; y hasta de sensibilización. 

Cabe destacar que dentro de su área de moda y costura han apostado por una marca propia y han lanzado una línea de alta costura: Diambaar

Como señalan desde Diomcoop, “la cooperativa es un instrumento de desarrollo personal y colectivo, de acción comunitaria y de cohesión social”.  «No es solo una cooperativa formada por un grupo de negros, un gueto. Es un instrumento hacia la cohesion social para cambiar la mirada que tenemos hacia un determinado grupo», señalan desde la propia cooperativa. “Como cooperativistas, queremos posicionarnos como sujetos activos de esta sociedad con derechos y deberes, y salir de la situación de invisibilidad en la que nos encontrábamos”, sentencian. 

Dignificar el trabajo e impulsar la autonomía

Otro ejemplo de cooperativa puesta en marcha gracias a los recursos públicos iniciales para que nadie se quede atrás es Ca l’abril, una entidad compuesta por 12 personas socias (8 socias trabajadoras y 4 colaboradoras, de las que 8 son mujeres y 4 hombres)  que ofrecen atención domiciliaria integral y asistencia personal en Barcelona y alrededores. “Somos emprendedoras, activas y creemos en lo que hacemos”, señalan las socias de esta cooperativa que han visto en el emprendimiento colectivo una salida digna a su situación laboral previa. 

En el caso de Diverscoop, una cooperativa formada por 11 personas con diversidad funcional, primero se hizo un diagnóstico previo de necesidades en algunos barrios de Barcelona y se observó que había muchos quioscos cerrados. Así es que la cooperativa se ha dedicado a trabajar para conseguir nuevas licencias de apertura. Según han señalado sus impulsores/as, el proyecto de los quioscos les está permitiendo desarrollar su proyecto de vida de una manera libre y autónoma.

Emprendimiento cooperativo para todos y todas

El recorrido de ejemplos que muestra Labcoop es una prueba de que el modelo cooperativo es una gran herramienta al servicio de las personas, para empoderar y dar solución a los grandes retos ecosociales del momento. Un instrumento para fomentar el empleo, la autogestión y la inclusión. 

Para Labcoop, el reto está ahora en trabajar por la consolidación de los proyectos cooperativas que han ayudado a poner en marcha. “¿Qué pasará con estas entidades dentro de 5 años?”.  Más allá de poner en marcha nuevos proyectos, hay que mantener los que ya existen, destaca. 

Con todo, el éxito en la vida emprendedora es, para José Andrés, “poder vivir una vida digna, en la que el trabajo se adapte a ti, no al revés”. Por eso, señala: “la cooperativa debe estar al servicio de nuestra vida, y no al revés”.