Ana Lorenzo Vila es licenciada en Sociología por la UCM y Experta Universitaria en Gestión de Organizaciones No Lucrativas, por la UNED. Su trayectoria profesional está vinculada a la Economía Social y Solidaria. Por un lado, como impulsora y socia de cooperativas como Cidadanía, Árbore, Nosa Enerxía y Coop57. Por otro lado, como investigadora, formadora y asesora, en especial en temas de participación y organización. Forma parte del equipo técnico de la Escuela de Emprendedoras Juana Millán, lo que compagina con su activismo en REAS Galicia.

 

¿Qué es la Escuela Juana Millán? ¿Quién era Juana Millán?

La Escuela de Emprendedoras Juana Millán es una escuela virtual, que ofrece programas de formación, asesoramiento y acompañamiento a mujeres que quieren emprender o ya son emprendedoras. Pero también es una comunidad de apoyo mutuo entre empresarias, autónomas y mujeres con ideas de negocio. Un espacio para no estar sola. Juana Millán fue la primera mujer que utiliza su nombre propio para firmar como responsable de la impresión de un libro en la imprenta que ella misma dirige en ausencia de su marido. Es, por tanto, una pionera y nuestro referente inspirador más antiguo.

 

¿Quién impulsa y gestiona la Escuela?

Está impulsada y financiada por el Instituto de las Mujeres, del Ministerio de Igualdad. Quien la lleva adelante es el Grupo Cooperativo Tangente, una cooperativa de segundo grado que asocia a 13 entidades y 130 profesionales de diferentes ámbitos.  Así, el Grupo Tangente es promotor, desde 2014, del programa Juntas Emprendemos, del cual la Escuela sería su versión on-line. En cuanto al equipo de la Escuela del que formo parte, este está coordinado por Sandra Salsón y Ariadna de la Rubia, con el apoyo técnico de Daria Wencel y mío. Cuenta además con un equipo de informáticas y otro de comunicación, íntegramente formados por mujeres, y con una red de más de 50 empresarias y autónomas expertas en diferentes materias.

 

¿Qué diferencia a la Escuela de otros recursos y/o servicios de emprendimiento? ¿Cuál es su valor añadido?
La Escuela parte de la hipótesis de que es posible resignificar el emprendimiento, de un modo más acorde a cómo lo vivimos muchas mujeres. De este modo, no asume los ideales de éxito individual que son propios a muchas escuelas de negocio, sino que asume nuestra vulnerabilidad como personas y como especie y promueve el apoyo mutuo, el emprendimiento en colectivo, sostenible y capaz de transformar el modelo económico. En otras palabras, la escuela está comprometida con la creación de empresas e ideas de negocio rentables con una triple perspectiva: económica, ecológica y social.

En lo que respecta a la metodología, es destacable que las profesoras y asesoras de la escuela son a su vez emprendedoras, por lo que transmiten un conocimiento muy pegado a la realidad y comparten herramientas testadas por ellas mismas. Cada sesión formativa ofrece espacios de participación activa a las alumnas, utilizando su curiosidad y sus dudas concretas como motor central del aprendizaje. De este modo, además de adaptarse mucho a las necesidades de cada una, las alumnas aprenden unas de otras. Aunque si hay algo realmente emocionante en la Escuela de Emprendedoras Juana Millán es que se ofrece espacio para abordar la dimensión emocional de los procesos de emprendimiento y se alienta la creación de comunidades de emprendedoras, cuestiones que la hacen muy diferente a otras iniciativas.

 

Tú vives en Galicia, donde has apoyado proyectos del mundo rural, ¿crees que la escuela se adapta a las necesidades específicas de estos emprendimientos?

La escuela hace un importante esfuerzo por visibilizar los emprendimientos de las mujeres y, entre ellos, los de las mujeres que emprenden en entornos no urbanos y en territorios muy poco poblados. Contar con referentes de este perfil es un valor importante. Además entre nuestra red de colaboradoras tenemos expertas en agroecología, en economía azul, en actividades de cuidados y otras, que representan oportunidades en el rural. Al ser una escuela virtual, es accesible para todas las mujeres que cuenten con equipo informático y acceso a internet, por lejanas que estén entre sí. Si bien es cierto que nos encontramos muy frecuentemente con que la calidad de estas conexiones es muy mala en el mundo rural y muchas veces tenemos que adaptar los canales (por ejemplo, con el uso del teléfono en algunos acompañamientos). Para seguir prestando una atención específica a este contexto, hemos creado un grupo de estudio y priorizamos buscar a expertas que pertenezcan al mundo rural, para que aporten una visión con los pies muy en la tierra.

 

En tu trayectoria profesional, siempre vinculada a la economía social y solidaria, destaca que has pertenecido a la cooperativa Cidadanía durante 20 años. ¿Qué representa para ti haber dado el salto a Juntas Emprendemos?

Yo comencé mi trayectoria en 1994, haciendo investigación y prestando servicios de formación y asesoramiento a proyectos de economía social. En el año 2000 surgió la oportunidad de incorporarme como socia a Cidadanía y para mí fue estimulante, porque significaba ponerme del otro lado y protagonizar nuestro propio proyecto. Estar ahora en la Escuela significa volver a cambiar esta posición, volver a apoyar a otros proyectos, pero esta vez con un bagaje práctico y vivencial. Este salto me permite también aprender constantemente de otras compañeras y sistematizar lo vivido. Me siento afortunada de poder ofrecer estos aprendizajes a otras mujeres y de que la Escuela me permita seguir creciendo y aprendiendo de forma trepidante.