En junio, una quincena de mujeres de la edición de este año del Juntas Emprendemos en Madrid salimos a la calle a conocer el código de cuatro experiencias emprendedoras de esta ciudad. Cuatro mujeres nos contaron su recorrido, lo que han aprendido por el camino. Su experiencia no viene en manuales, sólo se toca si una se desplaza al lugar de los hechos. Y si te abren la puerta. Entramos.

Primera parada. Fábrica de texturas: “Crecer orgánicamente, partiendo de lo que tienes”

Gabriela nos recibe en La Manual , una casa-taller que comparte con otras artesanas y diseñadoras en Malasaña, a pie de calle. El diseño se respira en cada rincón del local, el árbol pintado al fondo del taller de joyería, la disposición de las máquinas de coser, el orden geométrico de los objetos que usan con las manos.

Gabriela es antropóloga, ha trabajado en diversos sectores y decidió montar hace cuatro años la fábrica de texturas, donde investiga técnicas artesanales tradicionales y trata de ponerlas al alance de todo el mundo. “No me apetecía producir cosas, quería enseñar cómo hacerlas en tu propia casa”, nos cuenta. Ella y su socio Xavier, defienden profesionalmente la filosofía Just do it, impartiendo cursos como los de encuadernación y la estampación y preparando kits para que una aprenda a encuadernar ella misma, por ejemplo.

Su forma de crecer ha sido orgánica. Comenzaron con poca inversión, sacando el máximo partido de los recursos que tenían y teniendo muy claro algo singular que aportaban como artesanos. Con una impresora vieja y unas cajas que les sobraron de una mudanza hicieron los estampados de su primera Feria. Su objetivo era testear el producto, pero el primer día lo vendieron todo. “Poco a poco”, así lo hacen todo, remarca. Investigan, prueban, se atreven con lo desconocido, aprenden también a hacer cosas que no sabían a priori, como montar una tienda on line.

Y en ese aprendizaje continuo, también aprendieron a hacerse valer: “En tu trabajo tienes que dignificar lo que haces, quererte”, insiste Gabriela.

 

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Segunda parada. La vida tiene sentidos: “Un espacio versátil puede integrar tus inquietudes y saberes”

Cambiamos de escenario, Calle Ave María, barrio de Lavapiés. Donde hace un año había un locutorio destartalado ahora hay un espacio polivalente. Cuando entras ves un mostrador con embutido y quesos artesanos de distintas localidades, ¿una charcutería?  También hay vinos seleccionados con muy buen tino, ¿una bodega? Pero espera, también puedes comprar a granel y hay productos que no se encuentra en un súper cualquiera. Y al fondo, una sala ofrece unas tardes videofórum y otras un taller para aprender a hacer pan con masa madre. Entonces, ¿Cómo definimos la vida tiene sentidos? “Yo la llamo ultramarinos filosófico”, nos aclara Pati, “queremos recuperar la idea de ultramarino de barrio donde la gente se relaciona y hay relaciones de confianza”.

Ella y su socia Maite, han encontrado un espacio donde volcar lo que ya sabían hacer: los diez años de una llevando una tienda de comestibles en Asturias y las noches de insomnio, regentando un bar en el mismo barrio de Lavapiés, de la otra.

Además de su  experiencia, incorporan todo lo que las inspira. Los muebles de cartón, por ejemplo, los copiaron de una biblioteca de Milán”. “Si vemos algo en la calle, lo recogemos y luego vemos cómo lo usamos”, dice señalando unos palés que funcionan como elegantes estanterías.

Frente a todos los consejos marquetinianos de comunicar sólo una cosa y centrarse en un público objetivo, han conseguido unir varias ideas de negocio en un sólo espacio. Lo llaman versatilidad.

“No hay que tenerle miedo a las cosas, te puedes equivocar por el camino, pero siempre habrás aprendido”, nos cuentan.

Todo muy bonito, pero “Cuánto cuesta al mes mantener esto?, preguntan nuestras alumnas. Además de compartirnos cómo llegan a fin de mes, las tripas de sus contabilidad, y la inversión inicial que han hecho, también nos revelan algunos de sus secretos para generar red en el barrio. “Lo que más me apasiona es la gente”, a Pati le brillan los ojos cuando lo dice.

La gente que entra se queda encandilada. El cuidado se palpa en las letras del cartel de la entrada, la forma en la que te hablan,  el news letter que difunden. Espacio, trato, comunicación, todo tiene un sentido.

 

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Tercera parada. Germinando: “Una estructura económica que permita conciliar nuestras vidas”

Esta cooperativa de cinco mujeres comenzó impartiendo cursos de jardinería y ahora también tienen una tienda donde venden semillas ecológicas y todo tipo de insumos necesarios para llevar el huerto o el jardín a tu casa. Paula nos recibe en la tienda del barrio de Lavapiés, cerca de la hora de comer para asegurarse de que no hay clientela. El lugar es amplio, acogedor y lleno de encanto. El talante divulgativo de esta cooperativa está presente en carteles y pizarras con mensajes en tiza.

Para dar este sorpasso tuvieron que contar con una inversión inicial. “Necesitas liquidez, sobre todo para una tienda, tienes que empezar con un capital inicial”. Para Paula, saber de dónde va a venir el primer colchón económico, es fundamental. Ellas tiraron de préstamos personales formalizados, algunas pudieron capitalizar el paro. Cobrar el paro mientras arranca tu negocio es otra posibilidad, explica.

El segundo requisito para arrancar en colectivo es pensar en cómo funciona el grupo humano. “Teníamos claro que queríamos una estructura que permitiese conciliar nuestras vidas personales y familiares”. Para ello, nos cuenta, se han dotado de una serie de herramientas para ver la viabilidad de los proyectos y tener el control de su tiempo. A medidas que varias iban siendo madres, han ido debatiendo y estableciendo mecanismos para conciliar sus trabajos con el cuidado de otras personas que tienen a su cargo.

En un ámbito masculinizado como el suyo, la jardinería, “nos tuvimos que empoderar, trabajar la autoridad femenina”. Paula lo ilustra con varias anécdotas hilarantes vividas en los cursos  que imparte de jardinería y con los propios proveedores de la tienda.

Una mujer jardinera sigue descolocando… Y a Paula eso le sorprende, le rechina, pues “muchos de los saberes para sacar un huerto adelante, como la conservación de las semillas, los han tenido las mujeres del campo”.  Lo tienen muy claro, “queremos más mujeres jardineras”, por eso han promovido abrir el perfil de los cursos de jardinería, incluso hacer sólo grupos de mujeres, para que los cursos de jardinería que imparten en la ciudad no sean siempre mayoría hombres.

Sus reflexiones situadas en el feminismo conectan con las inquietudes del grupo, muchas de las mujeres del curso también quieren trabajar con mujeres, varias son madres y tienen miedo de un emprendimiento incompatible con los cuidados.

 

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Cuarta parada. Aisha profesora de pilates: “Puse en valor lo que sabía hacer y aprendí a enseñarlo”

Última parada: el parque del casino de la Reina. Aisha nos espera sentada en una escalinata, a la sombra, para contarnos su historia mientras comemos. Ella viene a nosotras.

Aunque trabaja y colabora con otras mujeres, su emprendimiento es individual. Después de años practicándolo y ser una apasionada del pilates, dio el salto a ganarse la vida haciendo lo que le gustaba y sabía hacer bien. “Poner en valor lo que sabía  hacer y aprender a enseñarlo”, fue su primer paso. Pero, ojo, advierte, sin aventurarse a hacer cosas que no dominamos cuando se trata del cuerpo y la salud de otras personas, “que en pilates hay mucho negocio y a veces se hacen estupideces”.

Su relato habla de la parte emocional, de la vulnerabilidad, de esos momentos de fragilidad donde sentimos que lo estamos haciendo mal. Del miedo al fracaso. Y de cómo lo ha ido sorteando.

“Como tú te atreves a mostrar es cómo te atreves a emprender tu proyecto. La dignidad de lo que haces abarca todo”. Por el camino, Aisha se dio cuenta de que no hacía falta tenerlo todo atado de antemano, que al iniciar nuestro proyecto de negocio ocurren cosas, se generan nuevas ideas, nuevos contactos y alianzas.

Varias alumnas conectan con lo que cuenta, se encienden, se arrancan a hablar.“Me ha encantado tu positividad, cómo te has ido buscando la vida y ese mensaje de al final una sale adelante si tiene determinación”. Algo se ha movido en muchas de las alumnas.

 

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